sábado, 2 de febrero de 2008

Robert J. Fischer

Robert J. Fischer
Francisco Javier Chaín Revuelta

Todas las personas se dedican a perder el tiempo. Es de lo más sano y de lo más natural. El programa biológico del ser humano esta diseñado para mantenerse vivo y para nada más. Obligarlo a contar las estrellas u cualquier otra actividad que no implique evitar morir es “forzar la máquina” y eso siempre trae consecuencias graves. El ser hace hasta lo imposible para permanecer con vida. Esa es realmente la única misión, mantenerse vivo y sobre todas las cosas mantener la especie. No hay otra razón de la existencia. La vida de los animales es un buen ejemplo de como debería vivir el hombre. Ellos se alimentan, se resguardan de los peligros, se reproducen y es todo, no andan complicando el mundo. Los animales, reitera Whitman, no discuten de religión ni de política, nunca están de mal humor a menos que estén enfermos o faltos de alimento. El tiempo libre lo pierden con mucho gusto en descansar y algunos en descansar y curiosear. ¡Quién más feliz que ellos! escribe el hijo de Manhatan. En su libro “Course of modern Economy” Paul Anthony Samuelson (Premio Nobel de Economía 1970) escribió que si por Profesión se entiende la actividad a la que se dedican las personas la mayor parte del tiempo, podemos decir entonces, que todos son unos chismosos. Dedicarse al chisme, es como la política, la religión y demás negocios, una de las formas de perder el tiempo de manera soez, común y corriente.
En cambio, jugar ajedrez, es la forma más elegante de perder el tiempo. Es el juego más antiguo de la historia y que aún se practica en todos los países. Quizá esta nota no tenga interés para casi nadie, México es un país con más sabiduría y cultura que los Estados Unidos y otros países guerreros e imperialistas, pero aún así, es un país común y corriente, no es un país culto. A la gente de aquí le gusta ser divertida, no quieren trabajar mentalmente, y el Ajedrez es una práctica altamente intelectual. A las gentes de aquí, como a los gringos, les gusta apoltronarse frente a un televisor y no tener que abrir algún libro. Aquí no hay ajedrecistas, aquí hay borrachos.
Robert J. Fischer (1943- 2008) fue el mejor jugador de ajedrez del mundo. A los seis años su hermana mayor le regaló un juego de ajedrez, allá en Brooklyn. Para los 14 años (1957) obtuvo el campeonato de los Estados Unidos. Las hermanas mayores son siempre importantes para el futuro de los hermanos pequeños. Cómo todo niño normal que aprende a pesar de las escuelas, dejó de asistir a ellas desde 1956 para que no le siguieran matando su creatividad. Orientó entonces su mente hacia la India y hacia la Persia.
En película (1959) filmada en Bled (Eslovenia) la escena impresiona. El que fuera campeón del mundo en 1960, Mijaíl Tal, alza sus grandes ojos negros, mira a Bobby Fischer, y lanza una sonrisa de placer fundamentada en superar psicológicamente al joven rival de 16 años. Bobby poseía ya derecho oficial de enfrentar a los mejores del mundo. Fue en 1972 que logra oficialmente lo que era desde los 18 años, el mejor jugador del mundo. Semblanza y crónicas sobre Bobby se encuentran en muchos sitios. Aquí agregamos que Bobby si supo perder el tiempo de forma elegante. Cuidó su reputación como ninguno. Su aportación al juego es importante, pero mayor es su aportación a la dignidad y al prestigio. En 1992 fue declarado traidor a su país por jugar ajedrez en un Belgrado bajo perverso bloqueo estadounidense. Protegido y bienvenido por Islandia, calificó a Gorge W. Bush de criminal y de títeres a gobiernos lacayos. Nadie olvida que el ajedrez llegó a través de la alfombrada y exquisita Persia, donde dignamente Sadam Hussein, desde su tumba en Tigrik, enfrenta contra el criminal y terrorista gobierno estadounidense, la Madre de todas las Batallas sobre el gran tablero del mundo. fjchain@hotmail.com.

No hay comentarios: